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María Torres Torrillas

La enfermera familiar y comunitaria: factor decisivo del cambio

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Artículo de Alba Brugues i Brugués , Adjunta dirección- gerencia CASAP.

Alba es Diplomada en Enfermería por la Universitat de Barcelona (UB), con Máster en Gestión de equipos y servicios sanitarios  en atención primaria, Postgrado en Lideraje de las organizaciones de salud y es diplomada también en Gestión de la calidad en atención primaria de salud.
Ha trabajado como Directora de Cuidados en el Instituto Català de la Salut, como Adjunta a la Dirección al ABS de St. Martí y como enfermera asistencial de Atención Primaria y al servicio de urgencias en el Hospital “Prínceps d’ Espanya”.

Actualmente trabaja como adjunta en la Dirección-Gerencia de CASAP, es Presidenta de la Associació d’Infermeria Familiar i Comunitària de Catalunya (AIFiCC), vocal de la Junta de la Societat Catalana de Gestió Sanitària y directora y docente del programa formativo “Fonaments conceptuals” de residentes IFiC.

Alba es, además, ponente y autora de varias publicaciones y ponencias relacionadas con la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria, con la Gestión y el Liderazgo, la Gestión Enfermera de la Demanda y la Prescripción Enfermera.

La enfermera familiar y comunitaria: factor decisivo del cambio en la Atención Primaria de Salud

Uno de los factores más determinantes que impulsó que la grande y primera reforma de atención primaria de salud saliera adelante el 1985 en la declaración de Alma-Ata, fue la implantación y regulación de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria (MFiC), entre otros elementos decisivos. Después de casi 40 años es un modelo que ha quedado estancado donde la evolución, los recursos y la apuesta por la innovación a la AP, no ha ido acompañada con las necesidades cambiantes y reales de la población. Si en aquel momento una especialidad médica fue el factor de palanca y motor por un cambio estratégico y conceptual de abordar la atención primaria y salud comunitaria, actualmente uno de los factores que serán determinantes para dar este giro adelante, será el reconocimiento e implantación masiva de la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria (IFiC). No es un hecho único pero sí decisivo. En este giro hacia delante también tenemos que añadir una mayor orientación en el trabajo en equipo con la incorporación otros profesionales como fisioterapeutas, dietistas, podólogos, psicólogos, etc. contratados e incorporados al equipo de atención primaria, la posibilidad de desarrollar al máximo las competencias que se adquieren durante la especialización en atención familiar y comunitaria, la financiación adecuada y la autonomía de gestión por parte de los equipos. Estos postulados que se han visto escritos y expuestos en buena partes de los foros de debate de profesionales de atención primaria, hasta ahora han tenido escasos resultados. La realidad es que nuestro sistema de salud sufre de una situación muy deficitaria y la actual pandemia nos ha llevado a una situación crítica. Las enfermeras de la atención primaria de salud somos un puntal básico del sistema de salud catalán. Estamos formadas en competencias clínicas para la atención en el ámbito familiar y en la comunidad. Somos profesionales clave en la promoción de la salud, prevención de enfermedades y la educación para una vida saludable de las personas, familias y comunidades. Actuamos en el centro de salud, en el domicilio, en la escuela o a cualquier emplazamiento de la comunidad donde haga falta nuestra intervención. Y la regulación y reconocimiento de la especialidad será parte de una reforma necesaria para adaptar la oferta y cartera de servicios a las necesidades cambiantes de una sociedad cada vez más envejecida, con más enfermedades crónicas y más necesitados de programas dirigidos al autocuidado y autonomía en la prisa de decisiones en términos de salud. Si analizamos el número de enfermeras que tenemos en nuestro país y lo comparamos con otros países de los nuestro entorno, en Cataluña faltan unas 18.000 enfermeras, y en la atención primaria de salud tendríamos que ser el doble de las enfermeras de familiar y comunitaria que somos. Y si el análisis lo hacemos con las especialistas IFiC, el número es muy insuficiente. Esto a pesar de ser una de las profesiones clave dentro del sistema sanitario catalán, y representar el 30% de los profesionales de los centros de atención primaria. Este déficit se ha visto agraviado durante la pandemia, y se verá todavía más en el periodo post-Covid-19, cuando será necesario un control y seguimiento más exhaustivo del estado de salud de la ciudadanía por las posibles secuelas físicas, psicológicas y sociales que se derivarán. Se tienen que repensar las dotaciones de profesionales en función de las características de la población asignada, condiciones territoriales, y residencias, centros tutelados y educativos a cargo. Un ámbito de actuación donde las enfermeras de familia y comunitaria somos clave, y las ratios actuales no se ajustan a las necesidades reales y futuras. Para que el cambio se produzca con todas las garantías se tienen que situar enfermeras de atención primaria de salud en lugares clave de planificación y gestión, en todos los ámbitos de la sanidad catalana. Tenemos las competencias que avalan la capacidad para hacerlo. Sabemos trabajar en equipo, nos exigimos siempre estar en el día de los nuevos conocimientos en salud, y en abordajes menos medicalizados de la atención.

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